lunes, 19 de marzo de 2007

despierto

Algo me decía que no dejase acabar el día. Tenía ya los ojos hinchados por el sueño y me he tenido que obligar a meterme en la cama, pero a desgana, como si de forma inconsciente supiese que no era una buena idea. Tenía frío una vez dentro. Más de lo normal. Tras un rato luchando contra la pereza de salir al exterior me levanto y cojo otra manta, tampoco demasiado gorda.Vuelvo a la cama. Vienen a mi cabeza todas mis obsesiones. Las lineas, formas, letras con las que he estado negociando todo el fin de semana y que han sido, a veces, absolutamente despiadadas se agolpan en mi mente que bordea el sueño sin llegar a aferrarse a él, en un estado de consciencia irreal creando imposibles estructuras tridimensionales. A la vez estoy en una especie de desierto y los recuerdos son borrosos. Inconexos. Recuerdo una historia en la que formo parte de una especie de angustioso thriller policíaco con secuesto incluido. En el me asfixian, me besan, me persiguen, lucho, corro, y al final, del cielo, desde un helicóptero lanzan un cuerpo envueto en una pesada manta. Quién está conmigo es un ser querido de la secuestrada. Seguramente, el padre. Corre para intentar salvarla de la mortal caida, pero es imposible. El ruido seco del cuerpo al caer golpea el corazón con la certeza de lo evidente. Pero dentro de la manta, no hay cuerpo: sólo un vestido ensangrentado. Lágrimas. El sueño sigue. Doy vueltas y más vueltas, y más vueltas, y más vueltas, y más vueltas... Hasta que el ruido me trae de vuelta a la realidad.
Cuando hace viento, se forman unas corrientes terribles por la estrecha calle a la que da uno de los lados de mi casa. El sonido es atronador, desproporcionado, El viento aulla, golpea las ventanas con furia desmedida. Ya estoy acostumbrado al estruendo, pero hoy, el ruido de una ventana mal cerrada me ha hecho saltar de la cama. Completamente desorientado he llegado al salón y casi me mato con el cable de la jodida play station que ha caido al suelo boca abajo en mi lugar. He inspecionado todas las ventanas y la que da golpes no es mía. Vuelvo a la cama. Es muy temprano.
Viene a mi cabeza esa sensación extraña que me retenía despierto. Me levanto definitivamente con una sensación extraña que no me abandona. Enciendo el ordenador. Elijo The Doors. Me apetece escuchar "hello, i love you". La pongo. Comienzo a escribir.
Viene a mi cabeza una historia.
Hace ya unos cuantos años de esto. Era una noche de verano de esas en las que no hace calor y el viento sopla fresco y suave. Estabamos en el salón de mi casa, unos amigos y yo, charlando y fumando unos petas. No recuerdo bien quien tuvo la idea pero acabamos con todas las luces apagadas, dos velitas sobre la mesa, los ojos cerrados y "the end" sonando de fondo. La versión de Apocalipse Now, la que tiene los ruidos de pájaros al final... La más loca. Fueron quince minutos increibles, llenos de sensaciones. Al final, cuando la canción acababa regresamos todos al salón, a la realidad y con las últimas notas en fade out, una ráfaga de viento se llevó la llama de la última vela que quedaba encendida, dejándonos sumidos en una oscuridad silenciosa... Aun estamos convencidos de que esa noche nos visitó el mismísimo Jim Morrison...



Suena el despertador, pero hoy no es necesario.

No hay comentarios: