Mostrando entradas con la etiqueta sinceridad. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta sinceridad. Mostrar todas las entradas

miércoles, 28 de febrero de 2007

monos

En muchas ocasiones se reniega de lo feo. Hay muchas personas que se sientan a ver una película y no les apetece ver cosas desagradables. A mi me gusta cuando veo o leo o escucho algo que hace que se me revuelva el estómago, algo que me desasosiega, que me aturde. Pienso que la esencia del arte y de la creatividad es la capacidad para provocar una reacción en los que lo contemplan. Sea esta del tipo que sea. Escribo esto porque me he encontrado una página escrita que me parece increible pero que a la vez creo que podría no ser agradable para muchas personas. Ahí va:
...Lo cierto es que su página web favorita no era especialmente sexy, al menos, no para él. En ella uno encontraba simplemente una docena de fotografías de un tío regordete vestido de tarzán con un orangután aturdido y entrenado para ir metiendo algo que parecian cacahuetes tostados por el culo del tío.
El tío tenía el taparrabos de piel de leopardo apartado a un lado y la goma elástica de la cintura hundida bajo los michelines.
El mono estaba agachado, con el siguiente cacahuete a punto.
No tenía nada de sexy. Y, sin embargo, el contador mostraba que más de medio millón de personas habían visitado la página.
"Peregrinaje" no es la palabra adecuada, pero es la primera que viene a la mente.
El mono y los cacahuetes eran algo que el niño no podía entender, pero en cierta forma admiraba a aquel tío. El niño era estúpido, pero se daba cuenta de que aquello era algo que se le escapaba. La verdad era que la mayoría de la gente ni siquiera se atreverían a dejar que un mono les viera desnudos. Les aterraría el aspecto que pudiera tener su ojete, que pudiera tener un aspecto demasiado rojo o acolchado. La mayor parte de la gente no tendría agallas para agacharse delante de un mono, mucho menos de un mono y una cámara y varios focos. Y en caso de hacerlo, primero tendrían que hacer un trillón de abdominales, ir a una cabina de bronceado y cortarse el pelo. Después pasarían horas agachados delante de un espejo intentando encontrar su mejor perfil. Y luego, por mucho que no fueran más que cacahuetes, uno tendría que permanecer relajado.
La mera idea de hacer audiciones con monos era aterradora, la posibilidad de ser rechazado por un mono tras otro.
Seguro que puedes pagar bastante dinero a una persona para que te meta cosas dentro o te haga fotos. Pero un mono. Un mono siempre es sincero