viernes, 30 de marzo de 2007

pequeños placeres

RAMONES I WANNA LIVE




jueves, 29 de marzo de 2007

cositas

Hay cosas pequeñas que normalmente damos por supuestas y a las que nunca damos importancia.. Cuando faltan, tomamos consciencia de que pueden llegar hasta a ser imprescindibles.

Adherencia: Se define (además de otras formas que omitiré por irrelevantes) como:
-Unión física, pegadura de las cosas.
-Cualidad de adherente.
-Resistencia tangencial que se produce en la superficie de contacto de dos cuerpos cuando se intenta que uno deslice sobre otro.

Bien, es la tercera la acepción que me interesa.
La suela de mis zapatillas resbala, carece de adherencia, así que los días de lluvia se han convertido en algo peligroso y bastante incómodo, sobre todo en los tramos de adoquines cuadrados y pequeños o en las zonas blancas de los pasos de cebra.
En estos días, voy buscando el asfalto y las zonas más rugosas en busca de la superficie más adecuada. La realidad se transforma y ahora tengo controlados, en los trayectos más habituales, que zonas son más o menos resbaladizas. Esto hace que yo, animal de costumbres para algunas cosas, haya cambiado el camino que recorro hasta el metro por otro más adherente los días lluviosos. Por poner sólo un ejemplo.
Asi que este invierno, conseguir estar pegado al suelo se ha convertido en algo complicado a veces...

Pues eso, algunos días me cuesta avanzar. Y es curioso que no sea por estar demasiado pegado al suelo... sino por todo lo contrario.

Nota final: Hablaba de las pequeñas cosas. Tener un grano en la punta de la nariz es otra de esas cosas estúpidas. A veces, la simetría es un incordio.

miércoles, 28 de marzo de 2007

en una hoja



pd: ni caso...

cambio de planes

Había escrito una cosa esta tarde en un cuadernillo. Bastante desordenada, hablaba, medio en clave, de como me sentía. Pensaba arrancar la hoja, escanearla y colgarla así en el blog. Pero lo voy a dejar para otro momento. Ahora mismo no tiene valor, porque hay cosas más importantes.
Mañana lo haré, ahora no tiene sentido.

martes, 27 de marzo de 2007

necesidad

Tengo una sensación extraña. Una especie de inquietud. Voy a largarme cuando escriba esto. Voy a pasear. Solo. Es curioso como consigo encontrar la calma, la tranquilidad entre el caos de la ciudad (que en esta sobra, además). Quizás sea la sensación de estar y a la vez, estar ausente. No lo sé. Tampoco sé porque necesito irme ahora mismo.
¿Qué siento?

lunes, 26 de marzo de 2007

amén

Ha dicho el Papa (y de verdad que lo ha dicho):

“El infierno, del que se habla tan poco en nuestro tiempo, existe y es eterno para cuantos cierran su corazón al amor de Dios”

Allí nos vemos.

domingo, 25 de marzo de 2007



Se acaba la semana. Otra más. Otra menos.
Dividimos el tiempo en pequeños ciclos. A veces pienso que es para estar permanentemente dándonos una nueva oportunidad de empezar.
Los días, luego las semanas, los meses y los años. Siempre se comienza con nuevas esperanzas, como en una especie de permanente intento de reencarnación, de renovación.
En el fondo yo no soy ajeno a eso, y muchas veces he intentado hacer coincidir estos días 1 con el punto de inflexión necesario (cuando ha sido necesario un punto de inflexión).
Pero ya no huyo de lo lineal. Que cambie aquello que deba cambiar y que siga la tierra dando vueltas y más vueltas conmigo dentro... Aunque a veces me canse, me encierre y quiera parar, bajarme y no volver a subir.
Se acaba la semana. Que se vaya con música. (Everything zen. Bush)

sábado, 24 de marzo de 2007

instintos

-Creo que lo que necesito es matar a alguien. Despues de soltarlo, acabó su cerveza de un trago. Luego limpió con una pequeña servilleta el par de gotas que se habían derramado y contiúno diciendo. -Sí, matar a alguien. Eso es lo que necesito. Matarlo con mis propias manos, a hostias. Reventarle la cara a puñetazos. Sentir el calor de su sangre cayendo por mis codos. Oir su agonía, sus gritos de auxilio. Sentir su dolor. Verlo suplicar por su vida. Verlo llorar como un niño mientras no paro de darle más y más golpes.
Yo lo miraba, entre asustado y divertido porque, aunque cuando hablaba le brillaban los ojos de una extraña forma, y su voz estaba llena de vehemencia, no podía creer que estuviese hablando en serio.
-No jodas- respondí con una sonrisa. -Claro eso es justo lo que le hace falta a cualquiera. Yo lo pensé el otro día también y estuve a punto de cargarme a tres guiris con pinta de pardillos pero al final, pasé. Llegaba tarde al curro, ya sabes... los jefes soplapollas y los asesinatos triples son algo difícil de compaginar.
Su cara cambió y también lo hizo su voz. Fue entonces, después de soltar la coña, cuando empecé a preocuparme. Muy serío, me miró fijamente a los ojos. Me acojoné.
-Crees que estoy de broma. ¿Verdad? Pues no es así. Quiero matar a alguien con mis manos.
-Venga ya. No, no... no puedes estar hablando en serio.
-Sí. Completamente. Le he dado muchas vueltas. Tiene que ver con mi yo más primitivo. Mi instinto de depredador se ha despertado y algo dentro de mí me dice que debo saciarlo. Ver el terror en los ojos de la presa y saber que soy superior, que el que decide si vive o muere soy yo. Saber que puedo aplastarlo con mis propias manos...
Silencio. Unos segundos de helador silencio rotos por sus últimas palabras:
-Y hacerlo.

miércoles, 21 de marzo de 2007

pequeños detalles

Mi vecina de abajo es un coñazo. No nos llevamos nada bien desde que hace ya unos años ella le dejase al portero una notita en la que se quejaba de que le molestaban las pisadas de mi madre al levantarse, ya que la despertaban y le hacían perder valiosos minutos de sueño precioso... La nota era muy pedante, casi ridícula. Bueno, no era casi ridícula, lo era sin más.
El problema era de practicamente irresoluble, porque si bien el suelo ciertamente retumba, las posibles soluciones como no levantarse de la cama hasta que ella ya estuviese despierta o la levitación no eran en absoluto viables. Así pues, el conflicto estaba servido.
También cabe señalar esa actitud tan, tan... No se como decirlo... ¿Estirada? de ir con una notita al portero quizás fue desafortunada, ya que creó cierta hostilidad hacia ella por nuestra parte. Aun así, fue muy divertido cuando este llegó y nos dijo que teníamos un mensaje de una vecina a la vez que nos daba un pequeño sobre. A la intriga inicial le siguieron las risas, y una visita de mi señora madre a la agraviada, a la que no consiguió contentar del todo con su promesa de intentar hacer menos ruido.
La relación, inexistente hasta ese momento, se volvió tensa, y en los ocasionales encuentros de ascensor su cara de reproche era patente. Yo lo tomaba de coña y siempre que la veía le obsequiaba con la mejor de mis sonrisas y los saludos más educados y corteses. Y cuando la cosa parecía ya olvidada tras el paso del tiempo, llaman a la puerta y allí está ella. Muy nerviosa comienza a dar gritos y casi no se entiende lo que dice. Habla de no se que de su cuarto de baño y de inundaciones y empieza a soltar mierda contra nosotros. Un auténtico espectáculo. Pues bien, resulta que nuestras tuberías no deberían estar en muy buen estado y debió haber una avería gorda y como fatal consecuencia que el agua calase su cuarto de baño y no recuerdo que otras más habitaciones... Desde ese día nos mira con odio. Yo sigo forzando la sonrisa hasta donde dan mis mandíbulas.

Los martes llego tarde a casa por la noche. Solo podemos ensayar todos juntos a partir de las nueve así que levantarse el miércoles con cara de zombi se ha convertido en algo habitual. Ayer no fue la excepción y sería la una y media cuando llegué a casa. Todo era normal hasta que bajé del ascensor. No sé, notaba algo rara la luz del pasillo, como más ténue, diferente. No le di importacia porque entre otras cosas no me estaba dando cuenta de una forma consciente, era tan solo una sutil percepción, pero ahi seguía. El pasillo en sí, sin dejar de ser el mismo de todos los días había cambiado, pero lo que más me extraño fue, al llegar frente a la puerta, que el bombín de la cerradura estaba bastante salido. No recordaba que fuese así y bastante mosqueado pero aun actuando bajo el mando de la rutina saqué la llave y la metí en la cerradura. Mi cerebro no lo procesaba. La puerta no se abría. Seguí forcejeando unos segundo sin obtener resultados, y cuando la frustración estaba comenzando a hacer acto de presencia, todo encajo. Las piezas se colocaron con milimétrica precisión y lo entendí. Mierda, pensé, ¡estoy en el octavo! Y así era, estaba en el octavo intentando abrir la puerta de la vecina. ¡Me había confundido al darle al botón del ascensor! Rapidamente me largué de allí, subí el piso de escaleras que había dejado pendiente y conseguí llegar a mi casa. Espero que ella no se diese cuenta... Aunque, la verdad, es que me da bastante igual.

Hay que fijarse en los pequeños detalles. Yo lo intento, estar pendiente de ellos, porque muchas veces, son los más importantes.

lunes, 19 de marzo de 2007

despierto

Algo me decía que no dejase acabar el día. Tenía ya los ojos hinchados por el sueño y me he tenido que obligar a meterme en la cama, pero a desgana, como si de forma inconsciente supiese que no era una buena idea. Tenía frío una vez dentro. Más de lo normal. Tras un rato luchando contra la pereza de salir al exterior me levanto y cojo otra manta, tampoco demasiado gorda.Vuelvo a la cama. Vienen a mi cabeza todas mis obsesiones. Las lineas, formas, letras con las que he estado negociando todo el fin de semana y que han sido, a veces, absolutamente despiadadas se agolpan en mi mente que bordea el sueño sin llegar a aferrarse a él, en un estado de consciencia irreal creando imposibles estructuras tridimensionales. A la vez estoy en una especie de desierto y los recuerdos son borrosos. Inconexos. Recuerdo una historia en la que formo parte de una especie de angustioso thriller policíaco con secuesto incluido. En el me asfixian, me besan, me persiguen, lucho, corro, y al final, del cielo, desde un helicóptero lanzan un cuerpo envueto en una pesada manta. Quién está conmigo es un ser querido de la secuestrada. Seguramente, el padre. Corre para intentar salvarla de la mortal caida, pero es imposible. El ruido seco del cuerpo al caer golpea el corazón con la certeza de lo evidente. Pero dentro de la manta, no hay cuerpo: sólo un vestido ensangrentado. Lágrimas. El sueño sigue. Doy vueltas y más vueltas, y más vueltas, y más vueltas, y más vueltas... Hasta que el ruido me trae de vuelta a la realidad.
Cuando hace viento, se forman unas corrientes terribles por la estrecha calle a la que da uno de los lados de mi casa. El sonido es atronador, desproporcionado, El viento aulla, golpea las ventanas con furia desmedida. Ya estoy acostumbrado al estruendo, pero hoy, el ruido de una ventana mal cerrada me ha hecho saltar de la cama. Completamente desorientado he llegado al salón y casi me mato con el cable de la jodida play station que ha caido al suelo boca abajo en mi lugar. He inspecionado todas las ventanas y la que da golpes no es mía. Vuelvo a la cama. Es muy temprano.
Viene a mi cabeza esa sensación extraña que me retenía despierto. Me levanto definitivamente con una sensación extraña que no me abandona. Enciendo el ordenador. Elijo The Doors. Me apetece escuchar "hello, i love you". La pongo. Comienzo a escribir.
Viene a mi cabeza una historia.
Hace ya unos cuantos años de esto. Era una noche de verano de esas en las que no hace calor y el viento sopla fresco y suave. Estabamos en el salón de mi casa, unos amigos y yo, charlando y fumando unos petas. No recuerdo bien quien tuvo la idea pero acabamos con todas las luces apagadas, dos velitas sobre la mesa, los ojos cerrados y "the end" sonando de fondo. La versión de Apocalipse Now, la que tiene los ruidos de pájaros al final... La más loca. Fueron quince minutos increibles, llenos de sensaciones. Al final, cuando la canción acababa regresamos todos al salón, a la realidad y con las últimas notas en fade out, una ráfaga de viento se llevó la llama de la última vela que quedaba encendida, dejándonos sumidos en una oscuridad silenciosa... Aun estamos convencidos de que esa noche nos visitó el mismísimo Jim Morrison...



Suena el despertador, pero hoy no es necesario.

domingo, 18 de marzo de 2007

no tan sencillo

A veces. Sí.
A veces. No.

viernes, 16 de marzo de 2007

adentro

No soy yo un forofo del fútbol ni mucho menos, lo que tampoco quiere decir que no lo soporte o que me muestre totalmente en contra o que no sepa quién es Ronaldinho o que es la Chapions League. No me encanta el fútbol como ya digo pero hoy he leido que en un partido, el que jugaba el Sevilla ayer por la noche, el portero subió a rematar un córner (que por cierto, que raro queda asi escrito con acento) y consiguió marcar, lo que permitió a su equipo jugar un prórroga que posteriormente ganaron.

El tío lo ha logrado. Ha cumplido su sueño. En plan anuncio de coca cola pero de verdad. Lo imagino allí viendo el balón avanzando, el miedo a cagarla. Meter la cabeza. cerrar los ojos. El impacto. Gol. Los gritos del estadio. Lo lograste. Cumpliste tu sueño. Gol. Todos te abrazan. Victoria. Eres el heroe. Lo lograste. Eres el elegido.
Todos los porteros del mundo (imagino que también los que no se dedican al fútbol) han soñado con ese momento... y Palop, que así se llama el individuo, lo ha logrado.

Que lo disfrute, pienso yo. Y los demas, a cumplir los nuestros. Si nos dejan. Adentro

mierda

Se me escapa de las manos. Busco la composicíon adecuada pero no termino de hallarla.
Las líneas se muestran esquivas y no consigo la armonía que busco. Casi puedo tocarla con la punta de los dedos pero al final, al final no consigo retenerla. La idea existe, la tengo clara en mi cabeza. Pero no puedo alcanzarla.
Es frustrante no obtener ningún resultado, o al menos, ninguno visible. Me siento inútil, aunque sé que no lo soy. Y eso es algo a tener en cuenta.
Necesito gritar... pero es demasiado tarde.

martes, 13 de marzo de 2007

demasiado agresiva

No había sido un buen día. Mi jefe decidió que tenía que quedarme a acabar con un montón de mierda atrasada que ni siquiera me correspondía hacer a mí. Intenté hacerle ver con mucho cuidado lo injusto de la situación, pero a él pareció no importarle lo más mínimo -No me vengas con gilipolleces -me dijo- Eso tiene que estar acabado para mañana y tú eres el único que está aquí a estas horas, asi que: Lo haces tú.
Ante aquello no había nada que objetar. Tendría que ponerme con el papeleo.
Tras tres horas infernales conseguí convertir el montón de folios en datos productivos para la empresa con lo que pude por fin irme a casa. Llovía a mares, pero ya me daba igual y aunque yo nunca uso paraguas, ese día no era la excepción, decidí no esperar y empecé a correr hacia el metro. Mientras esquivaba los charcos más grandes intentaba recordar el resultado de un experimento que habían hecho dos colgados para ver como te mojabas menos bajo la lluvia: ¿Corriendo o andando? pero nada, mi mente estaba en blanco así que opte por andar todo lo rápido que podía sin que llegase a ser peligroso en aquellas condiciones: fuese como fuese, mientras más rápido andase, más rápido llegaría a casa.
Por fín, empapado, llegué a la boca del suburbano. En esa situacíon, hasta la terrible luz del vestíbulo de la estación me parecía acogedora. Bajé los escalones que conducen a la taquilla y a los tornos de entrada, a la vez que sacudía un poco mi ropa mojada y me quitaba el pelo de la cara. Sonó el móvil. Un mensaje:
"Ya lo he pensado. Creo que lo mejor es dejarlo como está. Lo siento"
Mierda. En el fondo esperaba esto, lo sabía, sabía que una vez más las cosas no iban a funcionar, incluso después de lo del otro día... pero no podía evitar sentirme fatal una vez más. Andé como un autómata hasta un banco del andén y me senté a esperar. En la pantalla se podía leer: "12 min".

Bien, hasta aquí, cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. De nuevo quería dramatizar un poco el comienzo, y aunque se me ocurren cosas mucho peores para acabar un día, creo que tampoco hay que pasarse.
Volvía a casa de noche, al igual que haré hoy, en metro. A las 12 de la mañana de un martes cualquiera no hay practicamente nadie y el silencio sólo lo rompen las máquinas. Bueno, las máquinas y las televisiones. Y es sobre esto es de lo que quería hablar.
Los que no vivan aquí o no hayan cogido el metro en tres años no sabrán que en practicamente todas las estaciones de metro se han puesto unas pantallas en las que, con la excusa de informar sobre actualidad y las cosas que pasan en madrid, nos fríen a publicidad a todas horas. La idea en sí, ya me parece fatal, porque a veces , la sensación de no poder escapar de los anuncios es abrumadora... Pero bueno, las imagenes están ahí, las obras hay que pagarlas, y puedes decidir si las miras o no.
Pero lo realmente terrible es el sonido, porque de eso sí que no se puede escapar.
Es imposible, llegas al andén, y por encima del ruido, de las conversaciones, a cualquier hora, están esas voces martilleando el cerebro de la pobre gente que no puede hacer otra cosa que aguantarse, porque coger el metro es algo obligado para millones de personas cada día.
Ahora bien, ¿He dicho que no se puede hacer nada para evitarlo? Vale, si que se puede. La solución es llevar música a todo trapo en tu mp3, discman o lo que uses para escucharla. Sólo así puedes esquivar la contaminación acústica. Sólo así te puedes librar del último hit de Paulina Rubio, Bisbal, o el inútil que toque ese día.
Pero si no te gusta ir oyendo música, o simplemente no te apetece en ese momento, no tienes forma de escapar. Lo que me hace incluso preguntarme si obligar a la gente a ser bombardeada con anuncios es, o no, legal

Y volviendo al comienzo, cuando es de noche y no hay nadie en el andén, el volumen, que no cambia, se hace insoportable. El día que se me ocurrió escribir esto, pensé en lo desagradable que es encontrarte a esas horas con una terrible voz metálica y con eco diciéndote que compres tal o cual cosa. Y pensé, joder. Imagina que has tenido un día horrible y estas 12 minutos esperando el metro. Que mierda, tener encima que aguantar esto...

Publicidad demasiado agresiva.

lunes, 12 de marzo de 2007

diez días

Diez días dan para mucho. En ellos te puedes enfadar, se pueden enfadar contigo y también ver como se enfadan los demás. Puedes quedarte en medio de una pelea y que las botellas pasen volando sobre tu cabeza. En diez días puedes sentirte ausente, harto y aburrido. También muy agobiado y sin tiempo para casi nada. Puedes cagarla al no afrontar ciertas cosas. Da tiempo a que se cumplan ciertos aniversarios. Y entre ellos algunos que traen recuerdos que preferirías enterrar para siempre. Recuerdas la rabia... Mejor olvidar. Pero no todo es malo porque puede que entre esos aniversarios esté el de tu nacimiento y tus amigos y amigas te hagan una tarta de chocolate y te regalen un cómic chulísimo y una cartera como la de Jules Winnfield (BAD MOTHERFUCKER) y que dentro de ella te encuentres una entrada del festimad para ver a PEARL JAM. Y puedes irte a cenar a un sitio caro y no tener que pagar la cuenta.
Se pueden hacer muchas cosas en diez días. Como montar un segundo y un tercer proyecto musical(algunos más serios, otros menos) además de ir preparando un segundo acústico en condiciones. Puedes acabar con contracturas en todo tu cuerpo.
Te puedes sentir triste sin motivos, y llegar a odiar a Macromedia hasta límites insospechados. En diez días, quizás intenté ligar contigo alguien que te saca una cabeza y media, o tal vez no dejes de fantasear con alguien. Puedes reirte mucho y es difícil, sin embargo, que llegues a llorar. Te puedes acabar un libro y empezar con otro. Puedes llamar a alguien bocazas y luego pensar que a lo mejor se molesta contigo si lo haces (aunque esperas y piensas que no habrá pasado). Te puedes ver obligado a hacer ciertas cosas que no te apetecen, con gente que no te apetece...
Puedes perderte un buen concierto y el final de una buena aventura con batalla incluida...
Muchas cosas, sí. Y muchas más que se me olvidan.

viernes, 2 de marzo de 2007

get some rock and roll

Ya es viernes. ¡A disfrutar!